After Office

García Márquez, el periodista

El escritor Gabriel García Márquez fue un reportero como pocos. Su coqueteo con el periodismo acabó a sus 40 años, cuando cambió sus horarios de trabajo de periodista, nocturnos y sin tregua, a los de escritor, diurnos y bien establecidos.

Las redacciones estaban listas, una guardia lúgubre, en cualquier momento la noticia, la confirmación, sin jugar a falsas primicias, incómodas y desagradables, el tema el reportero Gabriel García Márquez, quien acaba de fallecer en Ciudad de México. Las redacciones ahora están con los textos postreros sobre uno de los más grandes escritores de América Latina, cuando ésta era el pueblo olvidado del mundo.

El futuro ganador del Nobel de Literatura, ofreció una entrevista a Peter H. Stone del Paris Review en aquel 1981, poco antes de que se difundiera su nombre, casi como ahora, en todas las redacciones que lo festejaban en vida como un grande de las letras en español, lo ganaría antes que Paz o Vargas Llosa, y mejor él que Cortázar, Borges, Rulfo y Onetti.

"Algo le aprendí a Hemnigway", dijo entonces El Gabo, "que escribir es como boxear". Se refería a la salud. El gran autor americano sostenía que no se podía escribir bien sin estar a tono con el cuerpo. García Márquez cambió sus horarios de trabajo de periodista, nocturnos y sin tregua, a los de escritor, diurnos y bien establecidos. Eso sucedió cuanto tenía 40 años. Su rutina: de nueve de la mañana a dos de la tarde, sin pasarse.

De su vida como reportero el escritor recordaba que las mejores entrevistas debían hacerse sin grabadora para que el reportero cuidara los detalles de narración del entrevistado. Como Julio Scherer, sostenía que el periodismo no debe ser verdad sino verosímil. "Nunca usé una grabadora porque siempre creí que el entrevistado dejaba de actuar de manera natural. Además como periodista nunca publiqué una entrevista como tal, de preguntas y respuestas".

"Lo que de veras me gustaría hacer es una pieza de periodismo completamente real y cierta, pero que suene tan fantástica como 'Cien Años de Soledad', cuanto más vivo y cuanto más recuerdo cosas del pasado, tanto más creo que la literatura y el periodismo están estrechamente relacionados".

Aseguró que mucha gente lo imaginaba como un escritor de narrativa fantástica, cuando en realidad "soy una persona muy realista y escribo lo que creo que verdadero realismo socialista". No sé- dijo- si la palabra utópico significa real o ideal, pero creo que es lo real.

Ahora que las redacciones en este macabro jueves santo, 17 de abril, recuerdan a Gabo, no es inoportuno contar lo que dijo del diarismo: lo que hacía grandes a los periodistas de mi época eran las reuniones casuales en las que cada uno se nutría de los trabajos de los otros. Uno de los autores que marcó para siempre a García Márquez, además de la llamada "Generación Perdida" estadounidense, fue Daniel Defoe: "Fue un periodista que escribió cosas que parecen fantasía", dijo en aquella charla con el Paris Review. La literatura –sostuvo, contra los culteranos- no es más que un buen trabajo de carpintería.

Para los que se inician en el oficio, las muertes de los grandes convocan a nuevos reporteros casi siempre, 'El Gabo' dejó en claro la gran obra, para él, de las letras: "Hiroshima", de John Hersey. Pero, ya en serio, ¿cuál es la diferencia entre literatura y periodismo?: "En periodismo, un solo hecho falso perjudica toda la obra. Por el contrario, en la ficción, un solo hecho verdadero legitima toda la obra".

Un hecho cierto en este día de fantasía: ha muerto Gabriel García Márquez, el hombre que hizo de América Latina una obra literaria. Sólo existió en la medida en la que el resto crea que en verdad fue un escritor de fantasías.

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