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Eugenia León, la canción que consuela a México

La voz de esta mujer es más que conocida. Su talento la ha hecho incursionar con toda clase de artistas. Pero ella sigue siendo la misma: un ser humano que cree en el poder de la canción como herramienta sanadora del alma y la sociedad. 

Eugenia León tiene mucho que decir sobre las canciones. Pertenece a una clase de artista refinada que cada vez es más raro encontrar dentro del ámbito de la música popular en México. El mapa de su trayectoria, que comenzó en la década de 1970, ha transitado prácticamente por todos los géneros musicales y ha sido trazado por la obra de grandes compositores, desde José Alfredo Jiménez o Cri Crí, hasta figuras contemporáneas como David Haro o Reyli.

"Mi corazón mexicano, mi intención de hacer un recuento de nuestra música con discos tan diferentes unos de otros, de enamorarme también de la música latinoamericana es lo que me ha hecho crear un concepto muy personal, muy mío, y compartirlo con los demás", dice en entrevista sobre aquello que la hace distinta.

Lograr esta diferencia ha sido una tarea difícil en un universo donde la canción en español enfrenta, además, una avalancha interminable de música en inglés.Sin embargo, la intérprete del tema de Marcial Alejandro, El fandango aquí, ganador del Festival OTI internacional en 1985, reconoce que es inevitable que otras culturas se integren a la mexicana.

"Lo veo en mi hijo, es una lucha desde la familia:tenemos que enseñarles que un ser universal es una persona capaz de saber quién es, cuál es su identidad, sentirse orgulloso y apreciar las cosas buenas que tiene esa invasión cultural".

Difícil es también cantar para un público descorazonado, dice, pero la canción tiene mucho que hacer en tiempos de incertidumbre.

"Estoy cada vez más convencida, porque la sociedad ya no cree en las consignas, no cree en partidos, no cree en la política profesional, no cree en las macro economías que terminan siendo desastrosas para la gente", afirma.

"LA CANCIÓN NOS PUEDE VOLVER MÁS BONDADOSOS"

Ella, que ha defendido el derecho a ser feliz, está convencida de que la música es gozo, alivio.

"Ahora más que nunca, la música nos une y nos consuela. Nos da ciertas nociones de lo que podríamos hacer individualmente para cambiar nuestra sociedad, porque la canción nos puede volver más bondadosos, más solidarios, querernos más, amar a nuestras parejas, a nuestros hijos, nuestro entorno. Nos da sentido de amor universal, de esa unidad en la que siempre creí, porque sabía que si los individuos eran libres, la sociedad podía ser libre".

La conciencia social le hizo volverse cantante. Y sentirse desvalida. Cuenta que en su familia no existía ningún tipo de compromiso social o político y cuando ocurrió la matanza del 68, sintió un dolor que no podía compartir con nadie. Poco después, el golpe de Estado en Chile, la guerra fría en el cono sur, ocurrían mientras ella descubría su talento vocal.

"Tuvimos la oportunidad, con los sucesos, pero también con los exiliados, de oír mucha música de esas regiones con la que nos sentimos identificados, porque hablaba de eso que sentíamos; se empezaba a hablar de la patria, la resistencia, la combatividad y la revolución".

Así nació su canto, asegura. No por pretensiones de volverse famosa. "Era el estado más puro de lo que puede ser un arte en servicio de su pueblo, pero también la vida me llevó por muchas pruebas, abrirme camino en espacios donde a lo mejor nadie me quería, pero yo estaba segura de que iba a dejar una pequeña semilla aunque fueran poquitos cuando entré a la televisión".

No se negó esa oportunidad, confiesa, porque quería llegar a un público mayor, pero descubrió que si bien es importante aparecer ocasionalmente en televisión, ese no es su sitio. "Me di cuenta que mi lugar estaba en crear un cancionero de excelencia, hacer de mi voz un instrumento de muy buena calidad, mantenerme en una vertical personal, no aceptar humillaciones o hacerme el payaso para tener más popularidad, ni de prostituirme y cantarle a todos los púbicos que fuese posible, porque tengo el instrumento, el arma, que es mi voz y lo que hay detrás de mi voz, que es todavía más combativo".

El canto, las artes en general, tienen que hablarle a la sociedad sobre la importancia de cambiar individualmente, sostiene. Y es que la música nos vuelve más nobles, más bravos. "Pero sobre todo nos da un espacio de consuelo y, por qué no, de felicidad".

Así lo comprobó durante el largo recorrido de Pisando tierra, la serie musical que grabó con Canal 22 a principios de esta década, y que le permitió mostrar lo que se canta en diversas regiones del país. La impulsaba el deseo de que el público encontrara más que un divertimento, una especie de abrazo solidario, dice. "No se trata de un asunto de ideologías, con todo y lo que yo pienso y opino, siempre me he considerado una cantante del pueblo, mexicana, para México entero, no importa si piensan o no como yo, sino cantarles desde el corazón, desde mis entrañas a todo un país", concluye.

Llevar repetrorio mexicano a Europa, Asia y otros países de América le ha ganado reconocimiento fuera del país. En agosto próximo, interpretará en Mallorca, con la orquesta de Ángel Gil Ordóñez, canciones de Silvestre Revueltas que incluyen un tema que el compositor escribió cuando se unió a un contingente de artistas que apoyó a los combatientes de la guerra civil en España.

Eugenia León, quien grabará con Sony Music cuatro discos y un concierto de la serie Primera Fila, junto a Tania Libertad y Guadalupe Pineda, ofrecerá el concierto Voces de Mujeres, Voces del Pueblo, este sábado a las 19:00 horas en el Monumento a la Revolución, dentro del Festival del Centro Histórico. El programa estará integrado por piezas de autoras como Chavela Vargas, Cesaria Evora y Totó La Momposina.

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