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Ethel Krauze: Mapa 21: Juventud, tecnología y entretenimiento


 
 
Tres conceptos que en este siglo parecen trenzarse irreductiblemente y converger, tanto, que resulta casi imposible contemplarlos de forma independiente. El tramo del Mapa que hoy proponemos a la reflexión se sitúa en este vértice, que es también vórtice, y coincide con el lema del Festival Tag DF (3 y 4 de julio) que ha venido anunciándose como el summum de la vanguardia en dichos ámbitos.
 

Mapa 21 es una panorámica en movimiento de aquellos acontecimientos, temas o ideas que van conformando nuestro todavía naciente siglo XXI. Por eso mismo, más que ofrecer conclusiones, expone y comparte algunas de las 'lecturas' que vamos haciendo todos juntos acerca de lo que nos rodea. En este tenor, juventud, tecnología y entretenimiento, juntos, provocan una explosión en los ánimos, que va de la ansiedad al desdén, pasando por la curiosidad y resbalando por la frivolidad. La pregunta que pondría un faro en el entendimiento, si es que hay alguien que se lo pregunte, sería: ¿cuál es el objetivo de esta insoslayable juntura?
 
Tradicionalmente, uniendo sus contrarios, la juventud es ese 'divino tesoro' que se cura con el tiempo. Ímpetu e inconsciencia, arrojo y ceguera, pasión y yerro, y así sucesivamente. Sin embargo, la lectura que hoy día hace la sociedad de los jóvenes arroja otro tipo de contrastes, todavía no enteramente acuñados en conceptos claros y distintos. Lanzo algunas frases que acompañan los bosquejos: por un lado, los jóvenes son vistos como seres 'pasivos', 'indiferentes', 'idiotizados delante sus aparatitos'; por el otro, son tratados como delincuentes, drogadictos, carne de cañón para todo tipo de oscuridades.
 

En cuanto a la tecnología, hace un siglo parecía la panacea para los problemas del mundo, aunque se la mirara, en algunos claustros, con cierta reserva. Ahora, la perspectiva tiene también su doble filo, cada vez más fino. Es el motor del mundo moderno, el resultado de la creatividad y la flecha hacia el futuro; o bien, es la perdición de la condición humana, la robotización de la conciencia, la más temible forma de enajenación, la globalización del control desde el poder, la 'onto-digitalización' de las jerarquías socioeconómicas al abrir brechas cada vez más distantes, al fin, irrecuperables, entre unos y otros.
 
El entretenimiento sí es un concepto de estos tiempos. Su propio origen léxico es, antes, impensable: pasar el tiempo entre una cosa y la otra, es decir vivir 'entre'. No es necesario explicar que antes no había tiempo para pasar el tiempo, pues la cosa era sobrevivir, y para eso había que tallarle duro a toda hora. Cuando llegó el tiempo histórico de tener tiempo para pasarlo así nomás, nació el arte en todas sus formas, incluyendo lo que hoy entendemos como deporte, y la conversación, la reunión, el ritual, la comunidad, el lazo. No había un concepto globalizador que implicara hacer algo para pasar el tiempo entre una cosa y la otra. Porque la cosa que se hacía cuando había tiempo para algo más que sobrevivir, era también un hacer algo: gozoso, sagrado, significativo tanto para el individuo como para el grupo. Ya fuera una danza, una representación, un mural, un cántico, un rito.
 
No hay que ir demasiado atrás. Pienso en mi propia adolescencia y no recuerdo que habláramos nunca de entretenimiento. Sí queríamos divertirnos, pero en esta palabra ya venía la imagen de algo en concreto: una actividad física, como andar en bicicleta, o un espectáculo como el teatro o el cine, o una experiencia emocionante como la feria, y compartida, como bailar y cantar. Incluso, pasaba por diversión ir de compras o simplemente deambular por las calles, filosofando, haciendo planes, contándonos los sueños. Si acaso, se le pedía a la abuela que 'entretuviera' a los niños pequeños mientras la mamá hacía la fila del banco; el caso era que se estuvieran quietos unos minutos y no causaran demasiado alboroto. El recurso para entretener podía ser un chupón si se trataba de un bebé, o un trenecito o una muñeca para los más grandecitos. Ahora se les ponen celulares y tabletas con videojuegos, pero el objetivo es el mismo: mantenerlos a raya, mientras otros, los que toman las decisiones, realizan lo importante. Por eso la palabra "entretener" resulta sospechosa si la llevamos al terreno de la cultura, de los modos de vida actuales, de los ideales de la juventud y de la utilización de la tecnología. Por lo pronto, los espero en krauzeethel@gmail.com Facebook: Ethel Krauze K Twitter: Ethel_K
 

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