After Office

Esta es la juventud que imaginó Justo Sierra

Los jóvenes estudiantes han convertido a la UNAM en el pulmón emocional de un país en vilo. Cuando el gran educador dio vida a la Universidad Nacional de México, se imaginó a un grupo de estudiantes de todas las edades sumadas en una sola.

También era septiembre, 22 (1910), cuando Justo Sierra dio vida a la Universidad Nacional de México. ¿Cómo se imaginó a la institución el gran educador? Responde en aquél bello discurso:

"Me la imagino así: un grupo de estudiantes de todas las edades sumadas en una sola, la edad de la aptitud intelectual, fomando una personalidad real a fuerza de solidaridad y de conciencia de su misión y que, recurriendo a toda fuente de cultura, brote de donde brotare, con tal que la linda sea pura y diáfana, se propusiera adquirir los medios de nacionalizar la ciencia, de mexicanizar el saber".

Sierra, de una sensibilidad única, supo que la futura UNAM debía ser no sólo mexicana, sino humana. Los jóvenes estudiantes han convertido a esa casa de estudios en el pulmón emocional de un país en vilo. Después de alegar que la nueva institución (presentada dos meses antes del estallido de la Revolución) buscaba definir la verdad, Sierra sostiene, otra vez con asombrosa visión:

"Nosotros decimos: sois un grupo en perpetua selección de la sustancia popular y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad".

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Acusados de apatía, de egoísmo y de actitud apolítica, los muchachos han dado cara a la desgracia y han asumido una voz y una sola edad: la de la calle y la solidaridad. Sostiene Sierra que el nuevo joven nacido de la Universidad no puede olvidar a qué se debe y a qué pertenece. Tampoco a los que como él han amado y a los que como él han sufrido. "Que ante ellos se eleve, como una promesa de libertad y redención, la hostia inmaculada de la verdad", subraya.

Desde el pasado 19 de septiembre la UNAM convocó a sus decenas de miles de alumnos a formar brigadas de apoyo a los ciudadanos en apuros, mayores o menores. Con una ingeniería de colmena, los jóvenes formaron un enorme campo de acción: recibían medicinas, alimentos, agua, ropa, los distribuían y los ingresaban en camiones que partían del Estadio Olímpico México 68 de la Ciudad Universitaria con rumbo a diferentes puntos de la capital. Frente a ellos, en el punto más alto del edificio de la Rectoría, el lema de Vasconcelos: Por mi raza hablará el espíritu. Preguntó Sierra si la escuela fundada en aquel 22 de septiembre cumpliría con su misión histórica para con el país, que en noviembre de ese año entraría a una sangrienta Guerra Civil. Es del tiempo la respuesta, dijo. Definió, a la distancia, el perfil de los muchachos (a los que se suman los del IPN, el Tec de Monterrey, de la UAM, de la Iberoamericana y otras instituciones de educación superior) del 2017:

"Ser fuertes es para los individuos resumir su desenvolvimiento integral, físico, intelectual, ético y estético en la determinación de un carácter. Claro es que el elemento esencial de un carácter está en la voluntad; hacerla evolucionar intensamente, por medio del cultivo físico, intelectual y moral...".

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Advierte el educador que cultivar voluntades para cosechar egoísmos sería la bancarrota de la pedagogía. Es preciso saturar al hombre de sacrificio para hacerle sentir el valor inmenso de la vida social.

Y aquí el puente entre 1910 y 2017, en el texto de Sierra: "No es lícito para el universitario pensar exclusivamente para sí mismo y que sí se pueden olvidar en las puertas del laboratorio al espíritu y a la materia, pero no puede olvidarse nunca de la humanidad".

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