After Office

Escape portugués

Un fin de semana en Lisboa es suficiente para deleitarse con su historia, cultura, gastronomía y hotelería de lujo. Su avance meteórico como capital cultural es sólo una parte del atractivo de esta bella ciudad portuguesa.

Si todos tus conocidos están pensando en ir a Lisboa, sobran razones para que lo hagan. Su avance meteórico como capital cultural es sólo una parte del atractivo. La ciudad también experimenta una explosión de hoteles de lujo, y en gastronomía es de lo mejor.

Pero lo que amplifica todo esto es la facilidad de acceso: es la terminal europea más cercana para los estadounidenses y ofrece, además, sensaciones totalmente distintas a los viajeros provenientes del resto del continente. Ya sea en una escala prolongada o un largo fin de semana, podrá sacarle el jugo a un viaje de tres días.

Alójate en el Verride Palácio de Santa Catarina, un hotel nuevo de 18 habitaciones con vista al río Tagus. La fusión viejo-nuevo le da una atmósfera que está a la altura de los mejores hoteles boutique de la actualidad: mucho mármol, techos abovedados, pisos de madera, todo combinado con alfombras de diseños geométricos y sillones con respaldo de mimbre. En un viaje en taxi de 10 minutos hacia el oeste, llegará a Belem para visitar el nuevo destino cultural del que más se habla en el país: el Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología (MAAT). Allí puede recorrer la histórica Central Eléctrica Tejo de Portugal, que es parte del museo, y aprender sobre la historia de la electricidad, o ver las pinturas más recientes del artista portugués, Eduardo Batarda, como parte de la exposición Mistoqueros, una selección de frentes de camisetas, que continúa hasta el 27 de febrero.

1

Para el almuerzo, Espaço Espelho d'Agua, donde el menú se inspira en el alcance del histórico imperio portugués; se destacan las moquecas brasileñas y la salsa japonesa teriyaki sobre vegetales. Siéntate en el salón posterior, delimitado por un colorido mural de pared a pared de Sol LeWitt.

Los murales son un tema en el centro de Lisboa. Algunos están hechos con azulejos pintados siglos atrás en tanto otros son obras callejeras contemporáneas. Descubra la movida urbana del arte con la ayuda de Underdogs Gallery, un prominente colectivo de artistas que organiza arte callejero oficial con algunos de los talentos más destacados de la ciudad.

Reserve con mucha anticipación --digamos dos meses-- una cena en Belcanto. Es el único restaurante de dos estrellas Michelin de Lisboa, y José Avillez, el afamado chef portugués, acaba de reformarlo totalmente. El menú agrega toques mundiales a recetas nacionales típicas como el modernista cochinillo prensado, una improvisación sobre el leitão tradicional. ¿Una buena alternativa? Pateo, un restaurante de mariscos en Bairro do Avillez, evoca el aire íntimo de una pequeña plaza de barrio; es el marco perfecto para unas almejas navaja grilladas y un arroz con cangrejo y langosta.

1

Vale la pena dedicar un día para ir a la región vinera de Tejo, a una hora de distancia --mucho más cerca que las más conocidas bodegas del vino verde en el norte de Portugal. La mejor manera de llegar es con la ayuda de un Mercedes equipado con Wi-Fi y un conductor de Amiroad. Las bodegas de Tejo están empezando a exportar regularmente al mercado estadounidense; su popularidad aumenta, gracias a un puñado de blancos expresivamente jugosos.

No deje pasar tampoco el brunch en el Four Seasons Hotel Ritz de Lisboa que presenta un copioso buffet con sushi fresco, albóndigas de bacalao, y una parrilla con samosas crocantes y montones de quesos locales, la oportunidad perfecta para ponerse al día con exquisiteces tradicionales que todavía no ha probado. Después, es hora de un poco de terapia de compras. Manténgase alejado de los azulejos que puede encontrar en tiendas de antigüedades o mercados de pulgas; probablemente fueron tomados de fachadas de edificios ilegalmente. En cambio, diríjase al barrio residencial de Mouraria, donde Cortiço & Netos, un negocio familiar, vende miles de azulejos descontinuados, coleccionados por el abuelo de los comerciantes.

También lee: