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En la periferia, un documental de música maciza

La escena rockera que se desarrolla desde hace décadas en el Estado de México es el eje del documental "En la periferia". Alberto Zúñiga se dedicó a lo largo de 10 meses a capturar el fenómeno musical que sucede cada fin de semana en ese estado.

Las suaves y acompasadas notas del blues le hacen perder la voluntad. Está en un concierto, su ídolo en el escenario. Ella es parte de una multitud que lo vitorea. Todo cambia cuando él la ve; es su momento, entonces, ella se desabrocha la blusa, baja un tirante de su sostén y orgullosa muestra su tatuaje: es la cara de Juan Hernández, vocalista de la banda que toca sobre el escenario. Él es el culpable de que, desgañitada y eufórica, aquella fanática de 65 años se entregue sin pensarlo.

Esa es una de las muchas anécdotas que Alberto Zúñiga tiene en la memoria y que cuenta con asombro. El director de cine se dedicó a lo largo de 10 meses a capturar el fenómeno musical que sucede cada fin de semana en el Estado de México, donde se ha desarrollado toda una escena musical subterránea en terrenos baldíos, salones de fiestas y eventos masivos. Ahí le cantan a la raza, a los obreros, a las clases populares que tienen una representación en sus canciones.

El resultado es En la periferia, largometraje documental que retrata la vida de esta industria del espectáculo que está más viva que nunca y que, alejada del mainstream, se ha abierto paso por más de 30 años. Es un homenaje a ocho míticas bandas y a ese universo de rituales que ha sobrevivido a la embestida de cualquier otra moda.

El elemento unificador es el rock, por eso aparecen grupos como Bostik, Tex-Tex y Liran' Roll; en el metal los reyes son Transmetal, cuya música se conserva en la Fonoteca Nacional como parte del patrimonio sonoro del país; y Luzbel, precursores del heavy metal. El blues está representado por Juan Hernández y su banda, al igual que el grupo Follaje. El cuadro se completa con Rebel´d Punk.

Quienes asisten a los conciertos son, la mayoría de las veces, personas que ganan el salario mínimo. Juntar 100 pesos, que es lo que por lo general cuesta el boleto, les puede llevar hasta tres meses, dice Zúñiga. Viven en condiciones de pobreza, pero han encontrado en el rock un escape, un espacio en donde reventarse y que orgullosos comparten por generaciones. Los padres llevan a los hijos, después a los nietos e incluso a los bisnietos.

"Llegan a los conciertos los domingos desde las 12 del día y se van los lunes como a las 5 de la mañana. Aquí se sienten libres, se identifican y se entregan fieles para toda la vida a las bandas que eligen. Vivir esta experiencia fue un antes y un después en mi vida, fueron situaciones muy complicadas y otras muy gratificantes, como director de cine documental fue algo que me dejó impactado", platica Zúñiga.

A lo largo del rodaje se sucedieron descubrimientos como la venta de recargas de a 10 y de a 20 en medio concierto, pero no se trata de saldos telefónicos, sino de vasos con solventes a los que les ponen sabores de tamarindo o guayaba, cuenta el documentalista, quien identifica el moneo -la inhalación de activo- como parte inseparable del ritual. "Hay una cantidad impresionante de consumo, eso literal les destroza la cabeza, yo creo que ese es el elemento más triste, el nivel de drogadicción".

Aunque los templetes a punto de vencerse y los terrenos rodeados de milpas son el escenario habitual de las tocadas, la industria que mueve al rock en la periferia de la capital no es pequeña, advierte Zúñiga. "Es impresionante, lo tienen todo: están los productos, las plazas, los promotores".

Realizar esta pieza involucró mucha adrenalina. No sólo para grabar en los conciertos, sino para lidiar con gajes como algún intento de asalto, un cristalazo a la camionesta de producción y amenazas.

Durante el rodaje, lo que más llamó la atención al cineasta fue la entrega de los artistas. "Comienzan tocando al mediodía y terminan a la mañana siguiente; recorren el circuito que va por Texcoco, Chimalhuacán, Ecatepec, Tultitlán… Terminan muy cansados y tocan con la misma energía todo el tiempo".

En la Periferia forma parte de una trilogía entorno a la música que Zúñiga comenzó con Rupestre, su ópera prima, que obtuvo el premio al Mejor Documental Musical en 2014 en el Festival Internacional de Cine de Chipre; y continuará con otro mássobre las bandas de rock para niños.

El 11 de agosto a las 19:00 horas se estrena en la Cineteca Nacional, en donde se darán cita las bandas que participan en la cinta. En septiembre, la película se presentará en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, así como en espacios culturales alternativos. Su estreno comercial tendrá que esperar después de su inscripción en el circuito de festivales internacionales, adelanta Zúñiga; al termino de ese proceso, En la periferia estará disponible en YouTube.

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