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Elisa Carrillo regresa a México con fuerza

La bailarina mexicana presentará en el Teatro de las Artes del Cenart su "Gala Elisa y amigos 2015", en la que demostrará por qué es una de las mejores ballerinas que tiene el país. 

Bailar, para Elisa Carrillo, la única mexicana que ha llegado a ser prima ballerina de la compañía Staatsballet Berlín, es "mi vida, mi aire, mi todo, es algo que me ayuda a expresar lo que soy, lo que siento, todas mis emociones". Así se entiende, entonces, cómo desde muy temprana edad ha dedicado su vida a la danza, estudiando en México y en Londres y formando parte de distintas compañías europeas hasta llegar a ser prima ballerina en Alemania.

Originaria del estado de México y radicada desde 2007 en Berlín, regresa a este país con su Gala Elisa y amigos 2015, que se realizará el 18 y 19 de julio en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario y el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, respectivamente, acompañada por bailarines del Ballet Bolshoi, el Royal Ballet of London, el Het National Ballet de Holanda, el Miami City Ballet, la Staatsballett Berlin y el Zürich Ballett, así como el Ballet de La Scala de Milán, el Mariinsky Ballet y el Mikhailovsky Ballet.

Elisa llegó a Londres becada, tras graduarse de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA. Tenía 16 años. Al graduarse en Londres, fue contratada por el Stuttgart Ballet de Alemania y desde el 2007 se integró a la Staatsballett Berlin, compañía en la que fue nombrada prima ballerina en 2011, un logro nunca antes realizado por una bailarina mexicana.

Comenzar a vivir sola a los 16 años, en otro país, con un dominio básico del inglés, no fue sencillo. "La disciplina era distinta, eran otras técnicas que tenía que aprender, prácticamente todo el día bailaba, en clases, en ensayos", recuerda Elisa en entrevista.

El rigor académico era una gran exigencia para la joven. "Adaptarte a otras tradiciones, es la escuela inglesa, todos son más fríos, digamos", es lo que ella recuerda como su mayor reto entonces. "Había muchas niñas de Europa y todas con muchísimo talento, para mí no era fácil llegar de otro país, otro continente, con otras tradiciones, otro idioma, fue muy difícil todo eso de la escuela". Aunque también fue una escuela de vida. "El aprendizaje de vivir sola, ser independiente, organizar todo, hasta económicamente, yo tenía una beca, pero Londres es una ciudad muy cara, aprendí muchísimas cosas".

Ser una prima ballerina es un orgullo para ella, pero también, reconoce, una responsabilidad. Así como ella fue inspirada por otras artistas en su niñez, ahora puede ser el motivo de que nuevas generaciones sigan dedicándose a la danza. "Una siempre sueña con llegar a bailar las partes principales, pero yo creo que lo que me ha ayudado en mi carrera es que siempre seguí tranquila, sin presión. Fui poco a poco, con el sueño de seguir adelante, de subir de posición, tener más roles".
La distinción como protagonista de su compañía que se formó con integrantes de los grupos Staatsoper Unter den Linden, Komische Oper y Deutsche Oper, tras la caída del muro de Berlín en 1989, llegó en el momento adecuado, asegura. A sus 30 años de edad, con un dominio de la técnica y una experiencia de vida que le permite expresarse profundamente.

"Al ser primera bailarina eres la persona que representa las partes principales de todos los ballets, la que protagoniza el ballet, eres el ejemplo de todas las jóvenes generaciones", explica. "Tienes que tener una buena técnica y un aura muy especial que te haga sobresalir. Trato de ser un buen ejemplo, que los jóvenes vean algo bueno, a veces puede haber detalles de tu personalidad que les atraiga, pero son cosas que uno no puede compartir. Mostrarles cómo trabajas, cómo llevas a cabo los ensayos, es un aprendizaje bueno para ellos".

La madurez, concluye, es un asunto integral. "Hay cosas técnicas que uno tiene siempre que ensayar y mejorar porque no somos máquinas, hasta a los bailarines que nunca les fallan los giros, les puede fallar en el escenario. A lo mejor puedes hacer algo perfectamente a nivel físico, pero si no sacas nada del corazón no es lo mismo. Eso se aprende como en la vida, con tus experiencias, con el amor, el desamor, las tristezas, los momentos difíciles, las enfermedades, todo eso te va enriqueciendo. Hay que sentir para poder expresar. Amar, sufrir, que te rompan el corazón, todas esas experiencias te ayudan y te nutren para ser una mejor artista".

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