After Office

La gloria de pasar desapercibido en la NFL

En la NFL, un buen árbitro es aquel que no destaca en el partido. Su trabajo es arduo y decisivo en el rumbo de la temporada. Aquí te ofrecemos un panorama general de lo que viven estos personajes clave del emparrillado. 

Si nadie se percató de su presencia es porque hicieron bien su trabajo. Los árbitros destacan cuando no son protagonistas y en la NFL son siete los elementos que controlan los partidos sin el ánimo de ser recordados.

Los oficiales de futbol americano visten el uniforme de rayas para un trabajo de "medio tiempo", el cual les llega a exigir más de 30 horas de dedicación a la semana. Cuando el balón no está en juego, los 119 árbitros (13 novatos) registrados para esta temporada se desempeñan en otra profesión. Abogados, maestros, vendedores y hasta pilotos de avión asumen la responsabilidad de convertirse en la ley sobre el emparrillado.

Los oficiales de la liga ganaban, en promedio, 149 mil dólares al año en 2011, 173 mil en 2013 y para 2019 llegarán a 205 mil, según The Business Insider. Algunos llegan a pitar 20 partidos por temporada y así superan por más de 100 mil dólares la media de lo que recibe un trabajador de tiempo completo en los Estados Unidos (cerca de 50 mil dólares).

No cualquier persona puede convertirse en réferi, pues implica una inversión no sólo de carácter económico. El primer paso es asistir al programa de desarrollo de oficiales de la NFL. En Estados Unidos, una universidad de cada estado se encarga de impartir este curso de preparación certificada. Tras cinco horas de entrenamiento semanales por dos meses y medio, el alumno recibe un documento que avala sus capacidades.

Así se cumple la primera etapa, sin embargo, para alcanzar la liga profesional, todo aspirante debe tener por lo menos una década de experiencia. La mitad de ese ciclo debe ser en competencias universitarias. Una vez superada esa travesía, es posible enviar una solicitud para conseguir una plaza en el máximo circuito.

El abogado Ed Hochuli es árbitro desde 1999 e integra uno de los 17 conjuntos arbitrales que siguen de cerca las tacleadas. Si no vigila un duelo no puede cobrar ni un dólar, pero eso no lo excluye de tener que prepararse durante los días previos a los enfrentamientos, pues todas las semanas el roster de jueces es sometido a exámenes sobre las reglas de juego (fuera de temporada tienen evaluaciones cada mes). Asegura que cada siete días pasa alrededor de 15 horas revisando videos, además de dedicar tiempo a la lectura de libros que describen jugadas.

Los jueces no están exentos de las reglas antidopaje y de la necesidad de mantener un buen estado físico. Sólo aparecen ante los reflectores una vez por semana y sus errores son sinónimo de beneficios o desventajas para los conjuntos que chocan.

En 2012, la NFL no renovó el contrato con los oficiales al principio de temporada. La organización confió en que podía prescindir de su experiencia y empleó a los de repuesto, quienes dirigían en la Liga de Futbol de Lencería y en la de Futbol Arena, en preparatorias y universidades.

El sistema de ahorro no funcionó. Desde la primera jornada las decisiones arbitrales se reflejaron en resultados. Roger Goodell, comisionado de la liga, cambió de postura hasta que un lunes por la noche; cuando se enfrentaban Green Bay y Seattle, un oficial marcó touchdown, mientras otro intercepción. La anotación, mal marcada, dio el triunfo a los Halcones Marinos y hasta hizo que Barack Obama dijera que era hora de recuperar a los árbitros profesionales. Dos días después (26/09/2012) la NFL los recuperó.

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