After Office

El otro protagonista de la Champions League

Pocos estadios en el mundo evocan tantas cosas. El Olímpico de Berlín es uno de ellos. Y también uno de los más bellos del mundo. Ahí se jugará la final más esperada del año entre el FC Barcelona y la Juventus de Turín.

En el Estadio Olímpico de Berlín ha sucedido casi de todo: carreras de caballos, Juegos Olímpicos, Copas del Mundo, conciertos de los Rolling Stones, bombardeos, misas del Papa Benedicto XVI y muchas cosas más. Ha sido –diría Octavio Paz– un testigo insobornable de la historia. Y este sábado se sumará un acontecimiento más: la final de la Champions League.

Cuando el árbitro turco Cüneyt Çakır pite el inicio del duelo, el Barsa y La Vecchia Signora harán girar la pelota sobre un césped que hace 70 años era un tiradero de cadáveres y municiones a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. La gente se refugiaba en las zonas subterráneas para escapar de los bombardeos ingleses. Y los soldados lo utilizaban como campo de entrenamiento. 

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Pero los conflictos bélicos nunca destruyeron a este gigante de 3 mil 500 toneladas que hoy se alza vigoroso entre la comunidad berlinesa. Pareciera que el lugar está destinado al deporte desde sus orígenes, incluso cuando no era estadio, sino hipódromo, y uno muy grande para 40 mil personas construido por Otto March en 1909.

Luego llegó al poder Adolfo Hitler en 1933. Junto con su amigo, el arquitecto Albert Speer, ideó una ciudad de Berlín nueva, inspirada en la estética del imperio romano. Se entusiasmó con la idea de construir un estadio que evocara al Coliseo y sirviera como sede de los Juegos Olímpicos de 1936. Los planos que más le agradaron fueron los de los hermanos Werner y Walter March (hijos de Otto). Sacó 77 millones de marcos de las arcas alemanas, puso a trabajar a más de dos mil obreros y cumplió su sueño.

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Xavi Hernández y Andrea Pirlo trazarán las jugadas de sus equipos en una joya arquitectónica. Así lo escribe el urbanista italiano Paolo Sica en su libro Historia del urbanismo en el siglo XX: "el Estadio Olímpico constituyó un elemento central en el reordenamiento de Berlín como capital del régimen nazi. Su estructura reflejó concepciones urbanísticas nunca antes vistas".

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La historia de este coloso berlinés también evoca a un Jesse Owens desquiciando a Hitler por su forma de arrasar con los oros en todas las pruebas de velocidad. Fue el primer atleta de pista en ganar cuatro medallas doradas en una misma justa. El Führer no podía creer que un afroamericano superara a sus atletas arios. Se molestó tanto que se retiró del estadio. El hecho será llevado al cine en la película Race, de Stephen Hopkins, en 2016.

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No sólo Owens rompió récords, también lo hizo Usain Bolt en 2009, en los Campeonatos Mundiales de Atletismo. El jamaicano, considerado el hombre más rápido del mundo, ganó dos oros y estableció una nueva marca mundial: 9.58 segundos en los 100 metros lisos.

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Aunque ha sido remodelado dos veces en los últimos 20 años, el Olympiastadion se vio inmerso en la polémica semanas antes del Mundial de 2006. Especialistas señalaron que, entre otras cosas, el anillo de atletismo era "peligroso durante una estampida". De cualquier forma, aquí se coronó Italia el 9 de julio tras la expulsión del francés Zinedine Zidane por propinarle un cabezazo a Marco Materazzi.

Sólo el 0.00107% de la población mundial tendrá el privilegio de ver la final de la la Liga de Campeones en las gradas. Serán casi 75 mil las personas que atestiguarán, una vez más, que en el futbol los estadios también son parte de la historia.

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Sólo el 0.00107% de la población mundial tendrá el privilegio de ver la final de la la Liga de Campeones en las gradas. Serán casi 75 mil las personas que atestiguarán, una vez más, que en el futbol los estadios también son parte de la historia.

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