After Office

El Giro de Italia busca escapar de la sombra del Tour de Francia

“Soy italiano pero ¿qué puedo decir? El Giro es una carrera maravillosa, más cálida y más humana, pero el Tour es el Tour”, acepta el ex ciclista y leyenda Felice Gimondi. 

El Giro de Italia se promociona como "la carrera más difícil en el lugar más bello del mundo", pero todavía pesa sobre él una sombra: el Tour de Francia. Mauro Vegni está buscando algo más de sol.

"Creemos poder reconstruir nuestra reputación y fortalecer nuestra marca dado el increíble atractivo de Italia como país", dijo Vegni, director del Giro desde 2012, en una entrevista telefónica desde la costa genovesa, donde inició la competencia el 9 de mayo.

Si bien el Giro de Italia siempre estuvo en segundo plano respecto de su rival francés, hace una generación las dos carreras eran mucho más parecidas en magnitud e importancia. Los nombres más famosos del ciclismo –figuras como Eddy Merckx de Bélgica, los franceses Jacques Anquetil y Bernard Hinault y Fausto Coppi de Italia– solían participar en ambas competencias.

Después apareció Lance Armstrong. El ahora desacreditado estadounidense se abocó exclusivamente a ganar el Tour, participando en otras carreras sobre todo como entrenamiento, de manera de alcanzar su mejor momento en julio, justo cuando la carrera francesa escalaba las laderas de los Alpes o los Pirineos. Esto funcionó y Armstrong ganó siete veces (aunque fue despojado de los títulos después de que los investigadores descubrieron que había tomado drogas para aumentar su rendimiento).

El ascenso de Armstrong contribuyó a hacer del Tour una marca mundial y dejó al Giro y la aún más chica Vuelta de España como competencias de segundo nivel. En sus 17 años como profesional, Armstrong corrió el Tour trece veces y el Giro y la Vuelta, una vez cada uno.

GRITOS DE LA MULTITUD

"Soy italiano pero ¿qué puedo decir? El Giro es una carrera maravillosa, más cálida y más humana, pero el Tour es el Tour", señaló Felice Gimondi, una leyenda de los años 60 y 70 que forma parte de un puñado de ciclistas que ganaron las tres grandes carreras europeas.

Gimondi, apodado "El Fénix", recuerda con añoranza cómo gritaba la multitud cuando ascendía los Alpes en el Tour. "Es el espectáculo más grande de la tierra en ciclismo", dijo, "con más dinero, más patrocinadores y la mejor competencia".

Vegni reconoce que el Giro nunca podrá superar el brillo del Tour pero dice que puede devolverle algo del lustre de anteriores generaciones. Su plan es reforzar el atractivo de la carrera entre los ciclistas poniendo de relieve la dificultad de los ascensos y la credibilidad adicional que puede proporcionar una victoria en el Giro. Y quiere conquistar más aficionados destacando la belleza del paisaje rural italiano como imán para los espectadores.

Eso, asegura Vegni, traerá más apoyo de las empresas, elemento fundamental de cualquier competencia profesional. Steve Maxwell, asesor de administración de Colorado que estudia el ciclismo profesional, calcula que el Tour permite embolsar 60 millones de euros (unos 67 millones de dólares) de ingresos anuales, aproximadamente el triple de lo que genera el Giro. RCS Sport, propietario del Giro, y Amaury Sport Organization, dueña del Tour y la Vuelta, no accedieron a brindar detalles financieros.

Los organizadores ganan dinero con los derechos de transmisión, los patrocinios, las tarifas que pagan los anunciantes que participan en la caravana publicitaria –cientos de vehículos con anuncios que preceden a los ciclistas en las rutas– y los pagos que realizan las ciudades donde se encuentran la largada y la llegada de las etapas.

La organización de las carreras es costosa. Los premios llegan a 2 millones de euros en el caso del Tour y a 1.4 millones de euros en el del Giro. Los ciclistas van acompañados por una escolta policial, cientos de periodistas y el personal que todos los días monta y desmonta los palcos, los pabellones VIP, las instalaciones para los ciclistas y los baños químicos.

También lee: