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El boxeo en México asesta un ‘upper’ a la pobreza

Alejandro Álvarez Zenith / Ma. del Refugio Melchor S.
 

La grandeza del boxeo va ligada a la realidad que ha predominado por generaciones en la economía mexicana: pobreza y hambre.
 

Desde que surgieron los primeros boxeadores mexicanos Salvador Esperón de la Flor, Miguel Ángel Febles y Raúl Talán, a principios del siglo pasado, el pugilismo como deporte espectáculo encontró eco para convertirse en una industria que genera millones de dólares y mezcla intereses de pobres y ricos, coinciden especialistas.
 
Históricamente, cerca del 50 por ciento de la población en México ha vivido en condiciones de pobreza, generando un semillero natural de peleadores. Fue así como surgieron figuras que tuvieron un fuerte impacto en la sociedad, reconoció Alberto Navarrete Torres, propietario del gimnasio La Lupita, quien puso como referentes a Carlos Pavón, Rodolfo Casanova, Raúl Ratón Macías y Rubén Púas Olivares.
 
Para el ex campeón de peso Gallo Carlos Zárate, los gimnasios de corte popular son el escaparate de jóvenes surgidos de entornos agresivos, en los que la riña callejera no causa sorpresa, "así como adictos a diversas drogas que superan el problema saltando la cuerda, golpeando la pera y encomendándose al Señor".
 
El ex monarca mundial Ricardo Finito López, quien se retiró invicto después de una ejemplar carrera en el ring de 17 años y 52 peleas, señaló que México es una fábrica de campeones porque sus pugilistas tienen hambre de triunfo.
 
"Aquí en México hay hambre de todo, de fama, gloria, pero también los boxeadores son muy trabajadores, emprendedores, disciplinados, por eso los mexicanos son los que tienen más campeones mundiales después de los estadounidenses", afirmó López.
 
Al igual que muchos, Ricardo López tuvo que picar piedra para encontrar la fama. Su primer bolsa fue de 10 mil pesos, que no tiene comparación con los millones de dólares que cobran hoy figuras como Saúl Canelo Álvarez, Julio César Chávez Jr. y Juan Manuel Márquez.
 
Su motivación
Los años pasan pero el sueño permanece. Actualmente al gimnasio Nuevo Jordán, ubicado en la calle de Arcos de Belén, "llegan muchachos de origen pobre, quienes en algunos casos, si tienen suerte, comen una vez al día, atraídos por el dinero que se mueve y por la posibilidad de convertirse en estrellas", manifestó el manager Carlos Gutiérrez García.
 
Bajo el reglamento de las comisiones de boxeo que funcionan en el país, los pugilistas con licencia "comienzan con peleas profesionales a cuatro rounds con sueldos que van de los dos a los cuatro mil pesos", destacó Enrique López, de la Comisión de Box del Distrito Federal.
 
El doctor Horacio Ramírez Mercado asegura que los boxeadores son checados antes y después de cada enfrentamiento. "Los médicos que son seleccionados deben tener la experiencia para saber el momento en que se deba parar una pelea, ya sea de cuatro rounds o campeonato mundial".
 
Los pugilistas con mejores condiciones morfológicas, es decir, piernas delgadas, tórax resistente, brazos pesados, reflejos felinos y pegada demoledora, acaparan la atención de representantes y promotores, indicó el yucateco, radicado en Jalisco, Rafael Mendoza.
 
Necesidad vs. negocio

El representante de campeones de la talla de Humberto Chiquita González y Pipino Cuevas explicó que cuando se asocia con un buen promotor éste "arriesga su dinero al organizar peleas y cuando se alcanza el estrellato se arregla con medios de comunicación para una difusión masiva. El promotor comercializa las esquinas, lonas y espacios en la arena, mientras que las televisoras venden comerciales a las cerveceras y derechos de transmisión en pago por evento".
 
Daniel Zaragoza, ex monarca mundial en peso Gallo y Supergallo, aseguró que la grandeza de esta disciplina está ligada a la pobreza.
 
"Hay mucha necesidad que nos impulsa para consumar proezas, exponiendo la vida y el rostro, porque si no ganamos la familia es afectada y yo tengo tres hijos con carrera", aseguró.
 
El secreto de la gloria, de acuerdo a la visión de Zaragoza, "está en el poder del mexicano que se la cree cuando enfrenta a rivales de otras naciones que tienen la virtud de no darse por vencidos".
 
 
 
 
 

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