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Danza mexicana, de luto por Gloria Contreras

La muerte de la fundadora del Taller Coreográfico de la UNAM sume de luto a la danza mexicana. Gloria Contreras siempre le decía a sus bailarines: "El día en que yo me muera, me entierran y siguen trabajando". Y así está siendo.

Gloria Contreras siempre le decía a sus bailarines: "El día en que yo me muera, me entierran y siguen trabajando". Y así está siendo. Los integrantes del Taller Coreográfico de la UNAM no han dejado de trabajar ni un segundo tras la muerte de su fundadora, la noche del miércoles, a los 81 años.

La compañía, como cada viernes, dará hoy su tradicional función a las 12:30 horas en el teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura, donde le rendirá un homenaje con la interpretación de sus coreografías Ave María, Sólo para un ángel contemporáneo, Réquiem de Mozart, Melancolía y su icónico Huapango.

El bailarín Arturo Vázquez Mata, asistente artístico del Taller Coreográfico y una de las personas más allegadas a Gloria Contreras, platica conmovido que están preparando la función con más corazón y fuerza que nunca, siempre cumpliendo los objetivos de la bailarina y coreógrafa.

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"Ella quería llevar la danza, el arte a quien quisiera, y al que no quisiera lo convencía con sus palabras, con su movimiento, y le hacía ver que el arte es tan importante como ir al médico", dice Vázquez Mata, integrante del Taller Coreográfico desde 1997. Trabajó directamente con ella, primero como bailarín, y luego como su asistente en la coordinación artística de la compañía, de la cual ha estado prácticamente al frente, junto a su fundadora, en los últimos años.

"Su filosofía artística era que el arte no podía venderse; obviamente se tenía que cobrar por cuestiones políticas y administrativas, pero ella siempre luchó porque el costo para ver al Taller fuera el menor posible", añade.

La coreógrafa Cecilia Appleton destaca de Contreras que atrajo a un gran público a la danza al importar la linea de trabajo que aprendió del coreógrafo estadounidense George Balanchine - quien en la década de 1920 creó un puente entre la danza clásica y la moderna- en Nueva York, ciudad donde residió entre 1958 y 1970, año en que retornó a México y fundó el Taller Coreográfico de la UNAM.

"Ella fue relacionándose con todo lo que había aprendido en Nueva York, con todas estas enseñanzas del ballet, pero desde la mirada de Balanchine: con la danza clásica como base, pero en una mirada más contemporánea; por eso se le llamaba técnica neoclásica", dice Appleton.

La coreógrafa advierte que, con el tiempo, el lenguaje desarrollado por Contreras convivió con el surgimiento de otras estéticas. "Ya no se arriesgaba. Y se vale, tenía su identidad, y esa claridad es un legado a muchos artistas que pueden estar siguiendo esa línea de trabajo".
Ahora que su mentora ya no está, la labor de Arturo Vázquez y de toda la compañía será mantener en movimiento el Taller Coreográfico de la UNAM. "Es una gran responsabilidad que de pronto asusta. Voy a seguir transmitiendo sus enseñanzas".

La tarde de ayer, la coordinación de Danza UNAM le rindió un homenaje de cuerpo presente a Gloria Contreras en la Sala Miguel Covarrubias, en Ciudad Universitaria. Luego sus restos serían trasladados a la funeraria Gayosso de Félix Cuevas para ser velados. Hasta el cierre de la edición se desconocía si el INBA realizará algún homenaje en el Palacio de Bellas Artes.


GENIO Y FIGURA EN LOS ESCENARIOS
"Siempre dancé. Mis padres contaban que me encerraba en la sala-comedor desde los tres años, ponía el radio y bailaba por horas". Gloria Contreras (Ciudad de México, 1934) dedicó toda su vida a la danza contemporánea. Alumna de Nelsy Dambré y discípula de Pierre Vladimiroff, su formación profesional la realizó en Canadá y, con George Balanchine, en Nueva York, donde fundó la compañía México Lindo y The Gloria Contreras Dance Company.

Autora de más de 200 coreografías, entre ellas El mercado, de Blas Galindo y Huapango, de José Pablo Moncayo, con su compañía realizó giras por todo el mundo y dio funciones anualmente en Manhattan. En 1970 regresó a México para fundar el Taller Coreográfico de la UNAM.

Su aportación a la danza ha sido narrada por diversos autores en más de una decena de publicaciones, como Gloria Contreras. Las raíces rusas en el ballet mexicano, de Boris Illarionov y Gloria Contreras. Falleció el miércoles a las 23:00 horas en su casa de San Ángel.

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