After Office

Confección femenina

La emblemática calle Savile Row, en Londres, de sastrerías hechas a la medida para hombres, recibe a su primera costurera. Kathryn Sargent se convirtió en la primera mujer en abrir su propia tienda de ropa a la medida en la calle londinense.

Pura lana o cachemira. A rayas o liso. Con pinzas o sin ellas. Cualquiera con 6 mil dólares para gastar en un traje tiene muchas opciones en Savile Row. Ahora hay una más: elegir un sastre de género masculino o femenino.

En abril, Kathryn Sargent se convirtió en la primera mujer en abrir su propia tienda de ropa a medida en la calle londinense que vistió a lord Nelson, Winston Churchill y James Bond. En su local, frente a instituciones de Savile Row como H. Huntsman & Sons y Henry Poole & Co., los clientes pueden encontrar las mismas telas finas y atención al detalle –menos las cabezas de animales embalsamados, ropajes militares y otros tótems de la tradicional masculinidad británica.

"La expectativa de un cliente cuando atraviesa la puerta es la de un hombre canoso", recordó Sargent que le dijo uno de sus pares hace unos años. "He tenido en cuenta eso toda mi vida, realmente. Traté de probar que yo podía hacerlo".

Sargent, de 41 años, está a la vanguardia de una generación de mujeres que está remediando el desequilibrio genérico de Savile Row y ayudando a rejuvenecer la sastrería británica a medida. Casi dos tercios de los 60 estudiantes aproximadamente que recibieron el diploma de sastrería de Savile Row desde que se inició el programa hace cerca de 10 años son mujeres.

A la moda masculina le viene bien el impulso. Los sastres italianos Zegna, Brioni y Canali se han separado de sus directores creativos este año, en tanto marcas de moda como Prada se enfocan en sus líneas femeninas porque las ventas se están estancando.

CAMBIO NECESARIO
"Vamos de aquí para allá llevados por el viento económico como todo el mundo, tal vez más", dijo Philip Parker, vicepresidente de Henry Poole, casa que cuenta entre sus ex clientes a Napoleón III y Charles Dickens. "Las cosas se han puesto un poco más lentas".

Hace 20 años, Poole rechazó a Sargent cuando ella solicitó ingresar como cortadora –la persona que toma las medidas del cliente, aconseja sobre moda y corta las telas para hacer los trajes–. La razón, dijeron tanto ella como Parker: porque era mujer.

Sargent dice que decidió independizarse para aprovechar una brecha del mercado. En tanto algunos sastres de Savile Row buscaron reforzar sus marcas desarrollando estilos propios que casi no han cambiado a lo largo de los años, ella dijo que quería hacer ropa que reflejara las diferencias de los clientes.

Los jóvenes, en particular, son más conscientes de la moda y menos rígidos cuando se trata de cosas como el largo de una chaqueta, dijo Sargent, que cobra 2 mil 970 libras (4 mil 300 dólares) por una chaqueta clásica a medida y 4 mil 200 libras por un traje de dos piezas.

CANTANTE DE ÓPERA
Stuart Skelton, un cantante de ópera australiano, le encargó a Sargent hace poco una levita de inspiración eduardiana, y le pidió que fuera lo bastante holgada como para que él pudiera expandir el pecho durante su actuación sin comprometer su silueta estilizada. "Eso es exactamente lo que ella me hizo", dijo Skelton, que es tenor en la English National Opera.

Antonia Ede, que ingresó en Huntsman hace dos años y recientemente fue promovida a cortadora, dijo que las mujeres que trabajan en Savile Row no pueden usar una de las tácticas de marketing favoritas de esa calle: llevar puesto un traje que piensan que a un cliente le gustaría tener. Pero cuentan con una ventaja, dijo Ede, de 27 años: "Lo que sea que una mujer elija, los hombres usarán".

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