After Office

'Coco' y 'Stranger Things' apuesta por la nostalgia

Monstruos, calaveras y fantasmas invadieron las pantallas chica y grande el pasado fin de semana. Cada una nos emociona y nos conmueve de maneras distintas.

El fin de semana pasado, iniciamos un tour de la nostalgia con dos de los estrenos más esperados del año: Coco, la más reciente cinta de Pixar y la segunda temporada en Netflix de Stranger Things, creación de los hermanos Duffer.

COCO

Son pocos ya a estas alturas los que no saben de qué va la última pieza de arte de Pixar: Miguel es un niño que lleva la música en las venas y desea convertirse en músico más que otra cosa en el mundo; pero el secreto que su familia esconde ha provocado que ésta haya sido desterrada del hogar familiar por décadas.


Sabemos que Pixar hizo su tarea: un trabajo de investigación de años para retratar con fidelidad los panteones, el cempasúchil, los tamales y las fiestas de cualquier pueblo del México rural y hasta la costumbre de llamar 'mamás' a nuestras abuelas.

Con Coco, se apostó a la nostalgia colectiva del mexicano: los tamales, la lucha libre, las botellas vacías de Coca-Cola y sobre todo, a la carta fuerte-punto débil de cualquier familia de este país: las abuelas. Mamá Coco nos lleva a aquellos años en que fuimos niños y adorábamos a eas mujeres llenas de arrugas, callos en las manos y largas trenzas grises, aquellas a las que llegamos con una rodilla raspada, con un secreto o en busca de comida o golosinas extras. Sin duda, muchos salimos con ganas de abrazarlas y decirles lo mucho que las queremos y extrañamos. Estúpido Pixar, moviendo nuestras fibras sensibles.

STRANGER THINGS
Del otro lado del espectro, el pasado 27 de octubre Netflix estrenó la segunda temporada de Stranger Things, la serie que vio la luz en julio de 2016 y que relata los sucesos paranormales en Hawkins, un pequeño pueblito de Indiana.

Para quienes no la han visto, sólo podemos decir que ésta se vuelve un poco más violenta y trepidante; la fotografía ya no es tan colorida, se vuelve un poco más fría y la trama un poco más oscura: estamos ante un híbrido de Blade Runner, Terminator y Alien.


Y precisamente eso es lo que invoca Stranger Things 2: la nostalgia individual, la educación sentimental forjada a base de películas, videos y series de quienes nacimos y vivimos en la década de los 80.

Es imposible no sentirse niño o adolescente cuando vemos los peinados de picos punk, los disfraces de Cazafantasmas de Will, Mike, Dustin y Lucas; en la fiesta de Halloween hay referencias para reventar a nuestro imaginario juvenil: el maquillaje y peinado goth de Siouxie, de The Banshees, el disfraz de cobra Kai de The Karate Kid y -obvio- la vestimenta de Nancy y Steve es un gran tributo a Risky Business, aquella cinta que diera a conocer a un tal Tom Cruise.

Lo mejor de ambos estrenos es que pueden convivir en perfecta armonía y sincretismo: uno apuesta por la nostalgia individual y romántica y la otra es una carta de amor a nuestra memoria colectiva y familiar. Por favor, no se las pierdan y abracen sus recuerdos.

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