After Office

Claroscuro de un periodista

Como un hombre de luces y de sombras. Así recuerda Humberto Musacchio a Julio Scherer. Musacchio formaba parte de la Mesa Directiva de la Unión de Periodistas Democráticos cuando el golpe a "Excélsior", en 1976. "Ahí tuve ocasión de verlo varias veces, nunca fui su amigo, me tocó tratarlo profesionalmente más de una vez, sobre todo cuando íbamos a fundar 'La Jornada'".

Humberto Musacchio formaba parte de la Mesa Directiva de la Unión de Periodistas Democráticos cuando el golpe a Excélsior de 1976. "Ahí tuve ocasión de verlo varias veces, nunca fui su amigo, me tocó tratarlo profesionalmente más de una vez, sobre todo cuando íbamos a fundar La Jornada", comparte el periodista sonorense. "Un hombre extremadamente cordial, esa es la impresión que tengo de él".

En su libro Granados Chapa, un periodista en contexto (Planeta, 2010), Musacchio relata cómo tras la matanza de estudiantes en 1968, "… el movimiento puso a prueba convicciones e instituciones y dio principio a un larguísimo y tortuoso proceso de cambios". En agosto de ese año, la cooperativa de Excélsior eligió a Julio Scherer García como su director, quien "al frente de un equipo de reporteros que combinaba adecuadamente experiencia con audacia, se propuso informar sobre lo que solía callarse y darle voz a los sectores sociales tradicionalmente silenciados", afirma Musacchio sobre el diario en el que firmaban, entre otros, Rosario Castellanos, Jorge Ibargüengoita, Ricardo Garibay, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Gastón García Cantú, Froylán M. López Narváez, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco.

"Lo mejor del periodismo mexicano de hoy es heredero de la gesta del viejo Excélsior, de lo que hizo después Proceso, de lo que hicieron otros periódicos que se derivaron del viejo Excélsior, como Unomásuno, La Jornada y varios más", asegura Musacchio en entrevista.

Para él, con Julio Scherer inicia el gran cambio del periodismo mexicano. "Lo saca del conformismo, de la actitud convenenciera que ha tenido siempre la mayor parte de la prensa mexicana, para hacer cumplir al periodismo lo que es su función, que es informar al lector de lo que ocurre. No hay que olvidar que el viejo Excélsior estaba rodeado de gente de primera, Manuel Becerra Acosta, Miguel Ángel Granados Chapa, Miguel López Azuara y varios más que eran periodistas muy probados".

Sin embargo, ataja, precisamente las sombras de Scherer tienen que ver con el trato que dio a sus colegas y a su equipo de trabajo. "Cuando convocamos a la fundación de La Jornada, me tocó ir a pedirle que nos diera crédito para publicar un anuncio en su revista convocando a esa reunión que fue un 29 de febrero en el Hotel de México. Publicó el anuncio, pero fue incapaz de informar sobre lo que íbamos a hacer, lo que nos proponíamos, ésas eran las pequeñeces de Julio Scherer".
El periodista matiza que si bien Scherer es una gran figura y un revolucionario del periodismo, también tenía sus luces y sombras.

"Por ejemplo, en Proceso, es notorio como se fue deshaciendo de quienes le eran más leales, Froylán López Narváez, Carlos Marín, varios de los reporteros que habían sido siempre gente muy probada junto a él, los fue echando uno por uno. Fue un hombre muy grande, determinante para el periodismo nacional, pero mezquino en muchas de sus actitudes personales".

"Otro detalle que a mí no deja de molestarme es el hecho de que cuando se anunció la creación de Proceso, muchos compramos acciones y de esas acciones nunca vimos nada porque en una operación que resolvió un notario ilegalmente, habría que saber quién fue ese notario, pusieron el 95 por ciento de las acciones a nombre de Julio Scherer, la empresa Cisa Proceso, como para garantizar que la revista se iba a mantener en la línea. Entonces, quiero ver que los hijos de Julio Scherer vayan ahora a garantizar que van a seguir haciendo periodismo independiente".

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