After Office

‘Blade Runner’, pretexto para volver al creador del elástico futuro

El nombre de Philip K. Dick pertenece a otros roles, a los que hurgan en las librerías más íntimas y perturbadoras y Minotauro festeja la vigencia del estadounidense con la salida de sus grandes clásicos.

En el playlist de muchos aficionados a la literatura americana figuran clásicos como Melville, Faulkner y Twain. Otros más plurales incluyen a Mailer, Dos Passos o Fiztgerald (puede cambiarse el nombre por Wolfe, Hemingway o Carver). El nombre de Philip K. Dick pertenece a otros roles, a los que hurgan en las librerías más íntimas, más extrañas y, al mismo tiempo, más perturbadoras. La lista de arriba pertenece al canon; a lo irrefutable. La última a la aventura.

Dick publicó en 1967 Do Androids Dream of Electric Sheep? Una novela fascinante a la que no tarde le llegaría el justo reconocimiento. Cuatro años antes, el escritor había ganado su posición en el tablero de los grandes de las letras norteamericanas por El hombre en el castillo, ganador del premio Hugo. Dick es uno de esos casos en los que la vocación se adelanta a la fama, con la certeza de que esta llegará tarde o temprano.

El Chicago en el que creció le fue insuficiente para dar rienda suelta a su ya insensata pluma (como diría André Gide en Los sótanos de El Vaticano). En California las cosas se fueron acomodando de una manera extraña como su literatura, que llegó a agotar más de 30 libros. Cuando murió estaba por estrenarse Blade Runner, la cinta de Scott basada en Do Androids Dream of Electric Sheep? Era marzo de 1982.

El filme salió a las pantallas en ese verano. Aunque no tuvo oportunidad de verlo terminado, Dick fue testigo de un largo adelanto de 40 minutos.
Fue Hampton Fancher el encargado de llevar al cine la novela (traducida al español como ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), pero la versión final estuvo a cargo de David Webb. Dick, que en 1974 lanzó otro gancho al hígado llamado Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, nunca se imaginó que Blade Runner se convertiría, rápidamente, en un clásico de la cinematografía. Mucho menos que 35 años después de muerto la broma siguiera viva en las salas de todo el mundo, con Blade Runner 2049.

Nadie, en aquel 82, imaginó que el protagónico de la segunda parte seguiría perteneciendo a Harrison Ford, un actor digno de las tramas de Dick; lo dijo el policía.

Minotauro festeja la vigencia del estadounidense con la salida de sus grandes clásicos. Es cierto que las modas producen búsqueda, pero en el caso de Dick el encuentro es una forma de volver a casa para los que en su playlist siempre estuvo una turbulenta idea del futuro.

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