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Beto Ávila... Cleveland, el pasado es esperanza

El primer pelotero mexicano en destacar en Grandes Ligas llegó con los Indios de Cleveland a la Serie Mundial del 54, la primera de tres que han perdido desde entonces.

Aquel fue un gran año para el Cleveland.

Y para México.

Fue 1954.

Raúl Macías era el fundador de un nuevo orden del boxeo mexicano. Había competido en los Panamericanos de Buenos Aires y en los Olímpicos de Helsinki. Prometió, desde que se pasó a la esquina del profesionalismo, grandes satisfacciones a la nueva Ciudad de México, la gran urbe del Milagro Económico y la posguerra que se silenciaba (a través de la radio) cada vez que El Ratón saltaba a la oquedad del cuadrilátero de paga.

Joaquín Capilla, el astro de los saltos de Londres 1948 (bronce) y plata en la capital finlandesa, pesaba ya como el mejor de la plataforma de los 10 metros de todo el mundo. Dos años después, en Melbourne 56, se haría del oro y el bronce en el cemento y el trampolín, respectivamente. El deporte mexicano correspondía con la prosperidad económica del nuevo país; ya institucionalizada la Revolución.

Beto Ávila (Bobby en el almanaque americano, 2 de abril de 1924, Veracruz) debutó en 1942 en la Liga Mexicana con el Pericos de Puebla. Tenía 18 años. En su debut logró un .229 de porcentaje de bateo. Cinco años después un nada despreciable .346. Fue champion bat en 1947, luego pasó por Cuba, por el Dodgers y por el Baltimore. Padeció una hernia que le operó Gustavo Baz y debutó en las Mayores en 1949, ante el Yanquis, y conectó ese año el primero de sus 1,296 hits de su diplomado por la mejor pelota del planeta.

BETO ÁVILA
Fecha de nacimiento: 2 de abril de 1924, Veracruz, México
Estatura: 1.56 metros
Peso: 79 kilos
Posición: Segunda y tercera base
Perfil: Derecho
Debut en GL: 30 de abril de 1949
Temporadas: 11 (10 con Cleveland, 1 con Baltimore, Boston y Milwaukee)

En el Indios de Cleveland sucedían cosas interesantes desde que la franela se hizo de su segunda y hasta ahora última Serie Mundial en el 48. Cleveland (ciudad fundada por el general Moses Cleveland, quien la trazó y nunca volvió a ella ni al estado de Ohio), se sabe, no colecciona trofeos en los deportes profesionales; de las cuatro franquicias formadoras de la Liga Americana (1901) es la más pobre en títulos. La campaña del 48 no fue tan exitosa como aquella del 54 (con Al López en el timón), año en el que La Tribu se hizo del banderín del joven circuito con 111 victorias (récord del equipo). En aquella novena, quizá la más grande del Indios, Ávila logró edificarse como el más constante en el plato. Terminó la campaña con .341 de porcentaje (15 jonrones y 67 carreras impulsadas). Logró la corona de bateo de la Liga Americana sobre el yanqui Irv Noren, quien terminó con .319. Ted Williams no tuvo los turnos suficientes para ser considerado en la contienda.

El domingo 3 de octubre de 1954, el mismo día en el que Macías se hizo del cetro mundial de los gallos ante Nate Brooks en la Plaza México, Ávila cerró temporada con un cuadrangular ante Ned Garver, del Tigres de Detroit.

En el Clásico de que aquel otoño, Willy Mays, el gran Willy Mays (champion bat de la Nacional), se encargó de volver pesadilla el sueño del equipo que ahora alega a la esperanza, al recuerdo de aquel gran año del 54. El Gigantes, entonces de Nueva York, aplastó en cuatro juegos al mejor Indios: Bobby Ávila dio el primer imparable de la serie, pero solamente podría conectar uno más en sus 14 siguientes turnos en home.

Bobby regresó a México vestido de héroe -aquel país creía aún en ellos-, fue recibido con aplausos por Joaquín Capilla, El Ratoncito y Agustín Lara, el alma de pirata.

Aquel fue un gran año para Cleveland, para México y para Veracruz, cuando era bello nido de las olas del mar. Así era todavía en 1954.

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