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Ballena Gris ofrece experiencia única en Laguna Ojo de Liebre

En la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno, a un lado de la salina más grande del mundo, se combina un singular espectáculo natural en que las ballenas y la vida marina conviven con las aves más diversas.

GUERRERO NEGRO.- En las aguas de la Laguna Ojo de Liebre, ubicada en la mitad de la Península de Baja California, cada año se puede observar el apareamiento de la Ballena Gris que es, sin duda, uno de los espectáculos más bellos e impresionantes en el mundo.

Hasta este lugar, ubicado en la Reserva de la Biosfera del Desierto del Vizcaíno, a un lado de la población de Guerrero Negro, llegan para aparearse -y algunas para dar a luz- miles de ballenas que realizan un viaje de más de 10 mil kilómetros desde el Ártico.

En el largo recorrido en busca de aguas cálidas, propicias para el apareamiento y la reproducción, estos enormes animales pierden hasta 15 por ciento de su peso, que se cuenta por toneladas, pero a cambio alcanzan el entorno propicio para el inicio de la vida de sus críos, los ballenatos.

En la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno, a un lado de la salina más grande del mundo, se combina un singular espectáculo natural en que las ballenas y la vida marina conviven con las aves más diversas y con especies del desierto.

Llegar aquí no es sencillo y una de las pocas opciones para el turista es partir de Ensenada, en el norte de Baja California, y contratar un tour que incluye transporte, dos noches de alojamiento, el uso de la lancha y el pago de la cuota por ingresar al santuario de la Ballena Gris.

También hay vuelos en aviones pequeños que cubren rutas desde Hermosillo, Sonora, y Tijuana y son utilizados sobre todo por habitantes de Guerrero Negro, población de 15 mil habitantes y con escasa infraestructura turística, por lo que son una opción limitada para el visitante salvo el que tiene un marcado espíritu aventurero.

Ya en Ojo de Liebre, laguna de aguas tranquilas y protegida por un dique natural que la separa casi totalmente del Océano Pacífico, el espectáculo es único, dado que entre los meses de enero y marzo es posible observar a las ballenas que por centenares llegan a este lugar.

A diferencia de lo que comúnmente se cree, al menos en la Laguna Ojo de Liebre, las ballenas son amigables y las madres, siempre acompañadas de sus críos y vigiladas de cerca por los machos, se acercan a las embarcaciones y nadan en torno a ellas, permitiendo excelentes tomas para las cámaras fotográficas y de video de los visitantes.

Si algunos de ellos, que por cierto son muy pocos -unas cuantas decenas por día-, tienen suerte, las ballenas llegan a acercarse hasta a muy pocos metros de las lanchas, por lo que los visitantes virtualmente las pueden tocar.

Empero esto no deja de tener riesgos pues se trata de animales gigantescos que con sus movimientos generan un oleaje adicional que mueve las embarcaciones y, desde luego, pone entre nerviosos y emocionados a sus ocupantes.

La Ballena Gris, que tienen aquí su santuario, es el atractivo principal del lugar, pero con una debida planeación y las gestiones apropiadas el visitante puede realizar un recorrido por las instalaciones de la empresa Exportadora de Sal, ubicada a un lado de la laguna y que es considerada la salinera marina más grande del mundo.

Hay atractivos adicionales como el avistamiento del Águila Marina y otras aves locales o migratorias, así como las dunas de fina arena que rodean a la laguna de Guerrero Negro, donde eventualmente también se pueden realizar paseos en kayak.

La existencia de las ballenas en el planeta data de hace más de 60 millones de años y en su reproducción siempre han buscado aguas menos agresivas que las de los polos, a efecto de que los ballenatos que al nacer no cuentan con una gruesa capa de grasa puedan adquirirla gradualmente y al propio tiempo conocer las rutas más propicias para la migración.

Durante su primer año de vida, los ballenatos no se separan de su madre, por lo que en su estancia en Ojo de Libre siempre se les ve literalmente pegados cuerpo a cuerpo para regocijo de los visitantes.

El reglamento de la reserva prohíbe que los motores de las lanchas estén encendidos a menos de 10 metros de las ballenas, por lo que algunas de éstas se acercan confiadamente a las embarcaciones.

El viaje desde el Ártico comprende una distancia de más de 22 mil kilómetros, pero constituye no sólo una forma de reproducción de estos mamíferos sino de convivencia y aprendizaje para transitar por mares más hostiles y donde las ballenas, no obstante su enorme tamaño, se pierden en la inmensidad de los océanos.

De ahí que tener la oportunidad de observarlas e incluso convivir con ellas en lugares como esta laguna bajacaliforniana es, además de una experiencia única, un privilegio que deja clara la importancia y el compromiso del ser humano con la preservación de la naturaleza.

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