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Elizabeth Arden, la leyenda de la cosmética

Florence Nightingale Graham, mejor conocida como Elizabeth Arden, fue la mujer pionera que revolucionó la industria de la belleza femenina. Llevar uno de sus productos sobre la piel es portar más de un siglo de historia.

"Hay solamente tres nombres estadounidenses conocidos en todos los rincones del mundo: las máquinas de coser Singer, la Coca-cola y Elizabeth Arden", proclamaba siempre que podía Florence Nightingale Graham (1884), más conocida como Elizabeth Arden. Hablar de ella es recordar un mito.

Miss Arden nació en el momento adecuado y se mudó al sitio correcto, Manhattan, para revolucionar la cosmética haciéndola accesible para las mujeres modernas. Hasta principios de 1900, los cosméticos más sencillos eran utilizados por aquéllas de clase alta, mientras que el maquillaje se reservaba para otras que estaban muy lejos de la alta sociedad. Un viaje a París cambió su perspectiva del uso del color, mientras que la llegada de Hollywood hizo que todas las mujeres quisieran seguir el ejemplo de las actrices que aparecían en la gran pantalla, perfectamente retocadas.

Comenzó a trabajar en salas de belleza, aprendió todo sobre la elaboración de cremas y la aplicación de tratamientos y, tras abrir, en 1909, su primer salón en sociedad, continuaría el reto sola.

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A TODO COLOR

Era 1910 cuando comenzó la leyenda Elizabeth Arden. Transformó el salón, rediseñó los envases y pintó de rojo intenso las puertas para distinguirse del resto de tiendas que abarrotaban la Quinta Avenida. Nacía así el mítico Red Door, un salón de belleza de tres habitaciones en el que creó un ambiente de lujo, a la vez que ofrecía tratamientos de belleza personalizados.

Implantar el uso de nuevos colores siempre fue uno de sus objetivos. En la década de los 30 comenzó a expandir su línea de cosméticos y anticipó el look total, con el que se coordinaba el color de labios, mejillas, ojos y uñas para complementar los tonos de la ropa.

Fue en esa época cuando a la señorita Arden, como muchos la llamaban, le ocurrieron tres grandes hallazgos: la creación de su perfume Blue Grass, el descubrimiento de su amor por los caballos y el desarrollo de la fórmula de su producto icono, la crema Eight Hour. "Pruébala, yo la utilizo para los caballos", era el lema con el que ofrecía al público el que hoy sigue siendo su producto estrella: un bálsamo con propiedades terapéuticas para el cutis agrietado, áspero o irritado, que llegó a utilizarse para curar las pieles quemadas en los hospitales infantiles.

LABIOS ROJOS POR LA LIBERTAD

El bienestar de la mujer y su independencia eran algunas de sus grandes preocupaciones. Seguidora del movimiento a favor del voto femenino, entregó lipsticks rojos a todas las sufragistas. Este color de labios se convirtió en parte del uniforme habitual de los mítines y en un símbolo de la independencia femenina. Durante la II Guerra Mundial, reconoció el enlistamiento de las mujeres estadounidenses en las fuerzas armadas y creó el pintalabios Rojo Montezuma para combinarlo con sus uniformes.

La empresaria creó un estilo de vida que también se reflejó en la moda. Para dar vida a The Elizabeth Arden Collection se arriesgó y contrató a un joven diseñador, a quien le dio las riendas de su línea: no era otro que Oscar de la Renta.

Desde la apertura de la primera Red Door, Elizabeth Arden se ha convertido en una empresa valorada en 1.3 millones de dólares, cuyos productos se venden en más de 100 países. Si hablar de su creadora es hablar de un mito, llevar sus productos sobre la piel es portar más de un siglo de historia en la forma de aromas, colores y texturas que han creado un nuevo estándar para la belleza femenina.

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Red Door Red (25 dólares)

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 Blue Grass (153 dólares)

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